Existen 3 clases principales de ARN, todas ellas
participan en la síntesis de proteínas:
ARN ribosomal (rRNA), ARN de transferencia (tRNA) y ARN mensajero (mRNA): todos ellos son sintetizados
a partir de moldes de ADN en un proceso
denominado transcripción.
El hecho de que el ARN está
involucrado en la síntesis de proteínas, se debe a las investigaciones de Torbjörn
Casperson y Jean Branchet a finales de los
años 30s. Casperson confirmó, utilizando técnicas microscópicas, que en los eucariontes el ADN está casi
exclusivamente contenido en núcleo, mientras que el ARN está distribuido en citoplasma.
Branchet, quien trabajaba en
el fraccionamiento de orgánulos, llegó a
conclusiones similares, basándose en análisis
químicos directos; encontró también que las partículas que contenían ARN, eran ricas en proteínas; posteriormente,
a estas partículas, se les denominó ribosomas (ribo: de ribosa, soma: de cuerpo).
Ambos investigadores notaron que la
concentración de estas partículas estaba relacionada con la velocidad de síntesis de proteínas en la
célula.
Fue hasta 1950, cuando los
aminoácidos radioactivos estuvieron disponibles
para la investigación, que la hipótesis de Branchet se pudo comprobar mediante el siguiente experimento:
se inyectó una solución de aminoácidos radioactivos a una rata, y poco
tiempo después, se verificó que la mayor
parte de la marca que se había incorporado a proteínas, y se encontraba asociada a los ribosomas. Otro fenómeno
importante salió a la luz con este experimento:
las síntesis de proteínas no estaba dirigida inmediatamente por el ADN porque, al menos en los eucariontes, el
ADN y los ribosomas nunca están en
contacto.
En 1958, Francis Crick resumió
la relación entre ADN, el ARN y las proteínas en un diagrama de flujo que nombró
como el DOGMA CENTRAL DE LA BIOLOGÍA
MOLECULAR:
"El ADN dirige su propia replicación y su transcripción a ARN, el
cual a su vez dirige su traducción a
proteínas"
Las proteínas que han de
construirse, están especificadas en el mRNA y
se sintetizan en los ribosomas. Esta idea surge del estudio de la
inducción enzimática, que es un fenómeno
en el cual las bacterias varían sus velocidades de síntesis de proteínas en
respuesta a cambios en el ambiente. Este proceso ocurre como consecuencia de la regulación de
la síntesis de mRNA por proteínas que se
unen específicamente a los templados para el mRNA en el ADN.
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